Nadie arroja monedas aquí. Nadie se sienta junto al agua, ya que la rodearon de rejas, como a todos los monumentos, en esa democrática pasión de prohibir accesos.
Pero sigue siendo una fuente bella.
Sabés que pasa Marce en esa bella fuente se bañaban y sacaban agua para lavar coches y cada dos por tres les robaban las lamparitas y los azulejitos...
Es cierto, Martín, pero creo que hay que educar a la gente para que no haga esas cosas, y darle laburo en serio para que no vaya a lavar parabrisas a las esquinas. Y mostrarle que hay un futuro posible, pero eso es más difícil...
Gracias, Pablo. Creo que quedó bien :) Y te repito por acá que me gusta mucho la imagen de la escalera de la casa antigua en Quilmes. Dan ganas de vivir ahí. O de por lo menos subir esos escalones para vivir una extraña aventura.
Este fotoblog es un homenaje a una de mis novelas favoritas, un texto de lectura imprescidible para cualquier fotógrafo: La aventura de un fotógrafo en La Plata, de Adolfo Bioy Casares.
Sabés que pasa Marce en esa bella fuente se bañaban y sacaban agua para lavar coches y cada dos por tres les robaban las lamparitas y los azulejitos...
ResponderEliminarEs cierto, Martín, pero creo que hay que educar a la gente para que no haga esas cosas, y darle laburo en serio para que no vaya a lavar parabrisas a las esquinas. Y mostrarle que hay un futuro posible, pero eso es más difícil...
ResponderEliminarMe gusta mucho la foto y sobre todo como los chorros del agua te llevan a la imagne del centro de la fuente. Tambien el blanco y negro suma.
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ResponderEliminarGracias, Pablo. Creo que quedó bien :)
ResponderEliminarY te repito por acá que me gusta mucho la imagen de la escalera de la casa antigua en Quilmes. Dan ganas de vivir ahí. O de por lo menos subir esos escalones para vivir una extraña aventura.